Ser un Buen Pastor implica salir al encuentro del rebaño...

No basta con esperarlo en casa... Ni aunque se custodie una de las casas más visitadas del mundo. La Misión es sinónimo de Encuentro, y en el encuentro con la gente se reconoce a los verdaderos pastores.

El gran reto de la Iglesia hoy implica la cercanía entre todos sus miembros; la fuerte adhesión como familia y el sentido de pertenencia. Y si el reto para los seglares es asumir su lugar en la Iglesia como apóstoles y misioneros -pregoneros del Evangelio- el reto del clero es salir al encuentro de sus hijos para entregarles el abrazo de Dios donde quiera que estén.

Un ejemplo de este liderazgo cálido y paternal es el que nos da el Rector de la Basílica de Santa María de Guadalupe de México, Monseñor Diego Monroy Ponce, quien es también el Director Espiritual de MISIÓN+MARÍA. La segunda peregrinación más numerosa que asiste a la Casita del Tepeyac cada año es la de la Diócesis de Toluca, Estado de México: Casi cien mil peregrinos llegan como un río humano que se desborda desde las más remotas comunidades del estado, uniéndose en una columna interminable de caminantes y ciclistas.

En un gesto memorable de acogida, el Vicario de Guadalupe salió el pasado 17 de febrero al encuentro de los peregrinos en uno de sus puntos de reunión; la población de Ocoyoacac, a medio camino entre la ciudad de Toluca y la ciudad de México. Cada año se reúne ahí la peregrinación y se detiene a descansar en torno a la Parroquia de San Martín, donde se brinda a los peregrinos cobijo y atención médica; carpas para el descanso, seguridad y los servicios esenciales antes de continuar rumbo al D.F.

Una verdadera fiesta fue lo que tuvimos el privilegio de atestiguar acompañando a Monseñor Monroy a recibir a los peregrinos en Ocoyoacac y a alentarles para el resto de su camino. 
No cabe duda que para reconocer el amor solo se tiene que mirar esos rostros curtidos por el sol y por los años -a veces muchísimos años- que sin embargo regresan fielmente cada año caminando cientos y cientos de kilómetros para saludar en su casa a la Virgen Morena, sin importar las enfermedades, la edad, los dolores, las discapacidades...
Cómo no salir a su encuentro para anunciarles la ternura particular con que Ella les espera...
Cómo no ir a decirles que su fe es verdaderamente la que sostiene la nuestra...
Cómo callar que son bienaventurados los sencillos y los pequeños pues serán los más grandes en el Reino de los Cielos...